... medidas draconianas.
Muchas veces resulta bastante difícil decidir de manera unilateral concluir una relación.
Sobre todo cuando ellas fallaron en cuestiones estructurales importantes, y van a hacer todo lo que (ellas) consideran necesario para intentar no perder a ese masculino.
Al menos, hasta que aparezca otro.
Hace muchos años, allá por la década del '90, cuidaba la casa de una amiga que había intentado probar suerte en otro país.
Ir una vez por semana, regar las plantas, juntar las cartas, pagar los servicios y hacer de cuenta que el departamento no estaba deshabitado.
Un día, me escribe un correo electrónico (en aquellas épocas, pocos teníamos terminal celular, menos aún, pensar en mensajería de texto) en donde me comenta que va a viajar de regreso, y que llevaba una suerte de «amigo» con ella.
Y me pedía que fuera a determinados lugares de su departamento en donde acumulaba recuerdos, entre ellos, fotos, y que incinerara todo.
Ya no guardarlos en una caja.
Quemarlos.
Así hacen muchas mujeres cuando quieren deshacerse de lo que no les interesa. Lo incineran física y mentalmente.
De ahí que cuando una Srta. a quien uno supuestamente está poniéndole mas interés del que ella está acostumbrada de otros hombres, y súbitamente, aparece la foto del último «ex» (o de alguno que haya sido relevante en su vida) significa lisa y llanamente, que no rompió un joraca con su pasado, que todavía se humedece la entrepierna con recordar a ese masculino y que no dudaría en volver a su lado en 2 microsegundos si se lo pidieran.
Es el momento en el que un hombre se siente un pelotudo.
Y también, es el momento de dejarla para que piense en su propio futuro argolleatorio.
Cualquier mujer sabe, es penosamente consciente, que su vida útil reproductiva es muy corta.
Y mas aún, su vida útil para atraer hombres se circunscribe al tiempo en el que sus encantos físicos suelen tener atractivo suficiente.
Ponerse en estrecha, solamente aleja hombres de su lado.
Pero, para desdicha masculina, muchas mujeres juegan a varias puntas.
Esto es, le bajan la caña al tipo que a ella la quiere, pero no duda en dejarlo instantáneamente si reaparece ese «ex» que le movilizaba neuronas a toda velocidad.
El mercado de hombres disponibles está muy peleado, y cualquier tipo que medianamente les satisfaga como potencial padre de sus hijos, sirve hasta que aparezca algo mejor y el anterior, sea asquerosamente descartado.
Cero escrúpulos, obviamente.
Y cero códigos de conducta, también.
A mí me divierte ese comportamiento femenino,
Porque si bien es uno quien termina siendo descartado, en el momento se siente un gran alivio pensando "-... joder... del clavo que me deshice. Ella hizo todo el trabajo".
Curiosamente, son las mismas que un par de décadas después, con exceso de peso, varios hijos a cuestas, separadas y/o divorciadas, llaman curiosamente para preguntar alguna fruslería tanteando el terreno.
Fiel al principio de "-... ninguna mujer condicionará mis accionares", nunca quise cambiar mi número de teléfono celular después de una ruptura afectiva.
Conservo la misma línea telefónica desde hace ya, veinticinco años.
Antaño, con los celulares analógicos, no existía la posibilidad de bloquear un número.
Así que renombraba al número de esa «ex» que recién acababa de descartar (o ser descartado) con el nombre de "WXYZ - No Atender".
Y número que no apareciera en mi agenda, o con la identidad bloqueada, cuando llamaba, no se le respondía.
Conforme los teléfonos celulares comenzaron a ser terminales multifunción, también se complicaba la no-respuesta de llamadas.
Y fueron varias las «ex's» quienes aprovechando sus nuevos teléfonos, llamaban para preguntar alguna tontera y ver que resultado se obtenía.
Resulta penoso escuchar una antigua pareja, de hace veinte años o mas, quien te contacta con un evidente grado de desesperación porque los hombres no le dan la pelota que ella espera, y porque sabe que está quemando sus últimos cartuchos para el levante.
Que mejor, entonces, que probar con antiguas historias (o historietas) viendo su capacidad de pesca y también, dotes de atracción.
Pero mas penoso resulta ver una foto en donde la otrora y grácil novia, curvilínea y sin un gramo de lípidos en la cintura, porta un muy abundante cinturón de «reservas de emergencia», un cuello grueso, brazos aún mas gruesos, haciéndole a uno preguntar "-... ¿en ese cachalote se transformó ABCD? ¡Menos mal que me dejó!".
La historieta es simple: las mujeres, conforme ganan años, van teniendo menos posibilidades de tener pareja.
Con los hombres, pasa todo lo contrario.
Qué se le va a hacer.
Si lo hubiera pensado mejor hace muchos años, tal vez seguiría con ella.
Aunque mejor, al ver el esperpento en el que se transformó, uno puede sonreír tranquilo y decirse en silencio "-... flaco... zafaste de despertarte por décadas, con un manatí como compañera de cama".
No siendo obviamente, lo físico, sino también afiladas lenguas que pueden ser mas dañosas de lo que uno se imagina.
Si la minita no fue capaz de romper la anterior relación, o elaborar adecuadamente el duelo, es problema de ella.
Uds., hagan su vida. Que minas nunca les van a faltar.
Saludos!