Hola, saludos a todos. Puesto que esta es una historia larga, colocaré la versión resumida en el último párrafo. Pero dejo la versión larga por si alguien quiere leer la historia de esta tarántula.
Por cuestiones de trabajo mis colegas y yo hicimos un viaje a Nicaragua en mayo 2016 para asistir a un congreso universitario de 3 días. En ese momento de mi vida yo me encontraba con 39 años, 7 de matrimonio y dos niñas muy bellas y sin ningún interés en conquistar a nadie. Si bien la monotonía ya nos comenzaba a pesar en el matrimonio, lo llevábamos con estabilidad y paz, aunque ya sentíamos que la chispa se estaba apagado. Ciertamente, ese fue el momento para que habláramos y decidiéramos qué hacer, sin embargo, nos encerramos en nosotros mismos, procurando únicamente no faltarnos el respeto. Mi (ex) esposa se estaba volviendo una mujer gruñona y amargada, inconforme, mientras yo ya me había replegado. Supongo que ustedes ya saben de lo que estoy hablando.
Durante el receso en el congreso universitario de 2016 vi que dos compañeros hablaban muy animados con una chica alta morena de cabello corto, teñido de rosa. En ese momento honestamente no me fijé en ella o en su físico, únicamente saqué a conclusión que era la típica chica que quiere ser el centro de atención en todo momento. Conforme pasaron los meses, se corrió el rumor en mi trabajo de que esa chica visitaría nuestra oficina el año siguiente. Dicho y hecho. Un día de febrero 2017 alguien tocó la puerta de mi oficina y ¿qué creen? Era la chica de cabello rosa. Cuando tuve la oportunidad de verla de frente, mi impresión de ella cambió radicalmente. Honestamente, me pareció que estaba viendo a la mujer más hermosa del mundo, con una sonrisa impresionante. Ella estaba en mi país porque estaba desarrollando su tesis y solo se quedaría por corto tiempo. Me contó que estudiaba en Europa y que acababa de cumplir los 30. Me cautivó. Sentí una atracción que jamás en mi vida había sentido. Y aunque sabía que era imposible llegar a tener algo con ella, mi instinto, mis hormonas, me decían otra cosa. Pensé que ella era la mujer que yo hubiera querido encontrar, pues tenía todo lo que yo quería. Nuestra primera conversación se fue alargando inusualmente, al punto que noté que ella volvía a preguntarme las mismas cosas. Con el tiempo uno como hombre sabe cuando una mujer se muestra interesada. De esas situaciones en las que la mente dice una cosa y el corazón otra. Para amainar la situación, yo le pregunté que dé qué país era y me contestó que de un país vecino al mío, a lo que le respondí que ese país me gustaba para llevar a mis hijas a estudiar en un futuro. Al parecer, la chica quedó bastante desconcertada con mi comentario, pero lo supo disimular. Al final de la charla, ella me pidió que la llevara a conocer un sector de mi ciudad para completar su trabajo de campo de tesis. Me pareció bastante atrevido, pero no pude resistirme. Llegó el día y le expliqué algunas cuestiones de arquitectura que le interesaban. El recorrido terminó con una invitación de ella a almorzar, cosa que me halagó mucho. Luego, fuimos a tomar un café y la plática pasó a ser más íntima, ella fue una persona sumamente abierta, cosa que me hizo entrar mucho en confianza y me hizo sentir muy honrado el solo hecho de que quisiera compartir su tiempo conmigo. Llegó a compartirme fotos con sus familiares en viajes. Ese día me enamoré. Ella volvió a Europa y yo me quedé en mi país, con un grato recuerdo.
Nuestra comunicación siguió por correos electrónicos durante los siguientes meses. Hasta que un día ella me propuso comunicarnos por whatsapp y iMessage a lo cual accedí. En cuestión de mes y medio nuestra comunicación ya se había hecho tan personal e íntima, que me pidió que nos hiciéramos novios a la distancia. "Esto es un disparate", pensé. Ella vive del otro lado del mundo y propuestas no le faltan, seguro se aburrirá y bueno, solo es un juego de algo que no es posible. Entonces opté por seguirle la corriente. Me pareció muy extraño que una mujer tan guapa quisiera tener una "relación" con un hombre en otro país, había algo que no me cerraba. Pero cabe decir que ella fue tan convincente que no hice caso a mis alertas y decidí "intentarlo". Por supuesto que para ese momento yo ya le había dicho que estaba casado. Ella, mientras tanto, decía que la distancia no era un problema para ella y que nos veríamos en unos meses, pues volvería a mi país a continuar con su investigación. Aseguraba que era capaz de tomar con toda seriedad su relación a distancia. Poco a poco me fue contando de sus anteriores relaciones y me dijo que todas habían terminado mal, que no hablaba con ningún ex. Ahí fui notando un patrón de inestabilidad y de búsqueda de lo imposible, pues me confesó que tenía amplia experiencia con hombres casados y con una diferencia de edad considerable.
A la primera semana de "novios" por internet, me hizo el primer drama. La verdad ya no recuerdo ni por qué fue. Solo recuerdo que escribía compulsivamente a mi teléfono todo el tiempo. A ratos estaba muy cariñosa y había otros días en los que se mostraba triste y deprimida. En todo caso, me convenció de que realmente estaba interesada en tener algo conmigo de largo plazo. Entonces, yo comencé a pensar en el divorcio con mi (ex) esposa, puesto que la chica de whatsapp tenía todo lo que siempre había deseado en una mujer. O, al menos, eso pensaba yo. Entonces, yo le ofrecí que me separaría y así me prepararía para recibirla y ser felices juntos. Ciertas actitudes de ella me fueron llamando la atención: en primer lugar, me aplicó durante meses una atención y cariño excesivo. Hubo mucho "sexting" (para ese entonces yo era un niñato que ni conocía esa palabra) e intercambio de fantasías sexuales. Aficionada al porno, llegó a proponerme hacer un trío apenas comenzando el noviazgo. Ella se mostró como la "femme fatale" perfecta. Eso me sedujo, debo confesar. Me compartía su día a día y los avances en su tesis. Me llegó a decir que había leído todos mis libros (soy profesor universitario). Me puso toda la atención que nunca nadie me había puesto.
A medida que yo tomaba distancia de mi (ex) esposa, la comunicación con la otra iba en aumento. Así también, sus dramas infantiles, que iban subiendo de tono. Para resumir, en el transcurso de 6 meses, la terminé en al menos tres ocasiones. No pasaban 3 días y reenganchábamos. Cada vez con más intensidad. En vez de separarnos, nuestro vínculo se hacía fuerte con cada "ruptura". Esas idas y venidas me hacían dudar mucho y constantemente me replanteaba si separarme o no de mi esposa. Sin darme cuenta, estaba cayendo en una situación complicadísima, pues ya estaba adquiriendo compromisos con la otra, al punto que la chica me pidió matrimonio a pesar de yo estar casado. Insano e incomprensible por completo. Irracional. Inviable.
A finales de noviembre 2017 llegó el primer insulto de parte de la chica. Me lastimó. Sé que la pérdida de respeto en una relación de pareja marca un antes y un después. Por ello, decidí terminar con ella, con lo cual la chica entró en desesperación y me rogó que no lo hiciera. Sin embargo, no acepté y me mantuve firme. Hubo un breve reenganche dos semanas después que duró 10 días con ella terminándome el día de navidad. Bueno, fin definitivo del drama, pensé. Pero en realidad, el drama estaba apenas por comenzar.
Llegó febrero 2018. El mismo patrón. Llegó a tocar la puerta de mi oficina. Yo estaba firme en que no sucedería nada. Pero ella venía vestida para matar. Me pidió que habláramos, que dijéramos qué queríamos hacer. Me dijo que se quedaría en mi país por 2 meses. Para ese momento, mi (ex) esposa me había pedido el divorcio. Caí rendido. En cuestión de 1 semana, ya había sacado mis cosas y me había pasado a vivir con ella. No había tiempo que perder. Ese fue el comienzo de la debacle. La mayor cagada de mi vida. Entre febrero y marzo viví un sueño. El mejor sexo de mi vida. La entrega más profunda. Estaba con el "amor de mi vida", sin duda alguna. Todo fue perfecto. O, casi todo. Hacíamos todo juntos. Cocinábamos, leíamos, nos acostábamos, al día siguiente íbamos al trabajo. Salíamos a bailar y cenar. Me pedía que la llevara a stip clubs, pues ella es aficionada al pole dance. Se vestía super provocativa. Le encantaba llamar la atención y yo, que jamás había estado con alguien así, sólo me dejé llevar. Lo único que provocaba rencillas eran las visitas a mis hijas. Eso la alteraba. Le parecía insoportable. Y así de insoportable se ponía. Un día que volví a "casa" con ella, la encontré súper arreglada y sólo me estaba esperando para irse. Me dejó esa noche y apagó su teléfono. Me hizo pasar un infierno pensando que le había pasado algo o que se había ido con alguien. Siendo las 7am del día siguiente, la comencé a buscar en hospitales. En uno me dijeron que habían ingresado a alguien con sus características. Me dio un vuelco el corazón. Pero afortunadamente no era ella. Apareció 14 horas después como si nada diciendo que "solo quería darme una lección por la angustia que ella sentía cuando yo me iba". Y es que ella siempre fue de carácter sumamente difícil. De esas mujeres que probablemente tienen testosterona de más y transpiran un poco más de lo normal. Típico en las psicópatas narcisistas. Pero eso lo aprendí después.
Me reiteró su deseo de casarse conmigo y ahí comencé los trámites de divorcio. Mi (ex) esposa accedió. En realidad nuestro amor se había extinguido hacía tiempo. Por eso me dí la oportunidad con la chica de cabello rosa. Durante el tiempo que estuvo en mi país nuestros gastos fueron al 50% cada cual. Incluyendo el apartamento de 750 dólares. Ese tiempo gasté una buena cantidad de dinero, pero debo reiterar que nuestros gastos siempre fueron a partes iguales.
Finalmente, llegó el último día de marzo y me despedí de mi amante, con la promesa que continuaríamos nuestra relación. Yo estaba convencido que lo lograríamos. Pero en realidad estaba muy equivocado. Su carácter es fuerte a la vez que inestable. Ya con mi divorcio avanzado, solo era cuestión de esperar para por fin estar libre para mi amante. Yo estaba feliz. La tenía idealizada por completo. Continuamos la relación a la distancia, pero poco a poco se fue arruinando. Entramos en un ciclo altamente destructivo. Ella comenzó a revelar otro rostro, algo que jamás me mostró durante nuestra conviviencia de febrero y marzo. Un rostro perverso, de ira que jamás vi en alguien antes. Fue una montaña rusa de emociones. En un momento pasaba de la felicidad absoluta, a una furia brutal, que justificaba con las famosas "hormonas", "moodswings" y demás pretextos que solo esconden una personalidad perversa. Me comenzó a agredir, insultar y humillarme. Eventualmente, mi divorcio se concretó y mi amante estuvo calmada por un tiempo, para luego adoptar una forma de ser dominante y mandona. Me trataba muy mal. LLegó a insultar hasta a mi familia. Me humilló por completo y comenzaron las idas y venidas, esta vez con períodos de ruptura más prolongados y dolorosos de dos semanas máximo. Durante los siguientes meses todo fue un intercambio entre sus exigencias y mis complacencias, esperando no molestarla. Unos días estaba dulce y otros era un demonio. Llegué a hacer de todo por ella. Incluso me practiqué una vasectomía, pues ella asegura no querer hijos. Me divorcié y hasta conseguí un trabajo extra. Todo para complacerla. Dejé de ser yo para agradarle. Pero nada funcionaba. Lo último que hice fue pagar un boleto aéreo para que viniera a mi país por un mes. Yo sabía que con cosas materiales la mantendría calmada. Pero sus agresiones habían llegado a un punto en el que ni eso funcionaba. 4 horas después de la compra y a dos semanas de su viaje, tuvimos una discusión por mensajes, donde ella terminó diciéndome "metete tu boleto en el culo, maldito, muérete". Para mi fue demasiado. En ese momento llamé a la línea aérea y cancelé el boleto. Al día siguiente le dije que no quería tener más contacto con ella y la terminé. Fue peor. En vez de disculparse o rectificar su conducta, dijo que cambiaría el boleto para irse a otro país y luego comenzó a insultarme de nuevo y a amenazarme. Yo ya no contesté. Puesto que en mi trabajo la conocen, comenzó a difamarme y decir que yo la había engañado y que se acababa de enterar que yo estaba casado con dos hijos, cosa que ella sabía desde el día en el que nos conocimos. Intentó poner a la gente de mi trabajo en mi contra, haciéndose la víctima. Maravilloso, ¿no? Ya que no obtuvo respuesta de mi parte, me escribió un correo final acusándome de yo padecer una enfermedad mental. Y lo firmó con otro nombre diciendo "No me has llamado. Te extraño y te necesito. Tocaré la puerta de tu trabajo dentro de dos semanas". Y eso fue hace un mes. Afortunadamente, no cumplió su promesa enferma. Me siento como en la película Atracción Fatal. Pero estoy seguro que ya todo terminó. Me ha costado mucho gestionar la imagen idealizada que tenía de ella, con la agresora manipuladora que realmente es. Agradezco cualquier comentario al respecto. Quizá los mayores comprendan mejor con qué clase de tarántula psicópata histriónica borderline narcisista me tocó lidiar. Para los más jóvenes, solo les digo: cuídense de los reptiles de sangre fría. Después de esto, estoy considerando convertirme en MGTOW.